Dislexia (y lo que podría hacerse con un libro electrónico)


En el artículo que publicó El Sillón de Montaigne, reflexionaba sobre los libros que un editor de libros electrónicos deseaba pero no podía publicar. Era un artículo sobre límites y la naturaleza del libro (y del libro electrónico por ende)

Hoy prefiero hablar de los límites que un editor de libros electrónicos debería romper.

Me refiero a la posibilidad real que los editores de libros electrónicos tienen de adaptar sus obras a lectores con problemas como dislexia o daltonismo.

El libro impreso está en este aspecto muy por debajo del libro electrónico en cuanto a potencialidad. Una vez editado y elegido el tipo en que se publicará, la fijeza del libro impreso no deja espacio alguno a su modificación y su adaptabilidad a diferentes lectores, especialmente los que tienen problemas de lectura, es nulo.

¿Que puede hacerse?

Podemos usar esta capacidad en dos campos:

  1. el uso de alfabetos no latinos para textos multilingues y de estudio
  2. a favor de quien tiene dificultades de lectura.

Prefiero sin embargo centrarme en el segundo punto, porque a mi entender es ahí donde el libro electrónico puede desarrollar todas sus virtudes, ensanchando el horizonte del libro.

El libro electrónico tiene capacidad de adaptación de la tipografía, lo cual es destacable y sobre todo útil para los disléxicos. Hay tipografías (y hablo solo de alfabetos latinos, porque desconozco el estado de la cuestión en otro alfabetos) especialmente diseñadas para disléxicos, cuya percepción de la grafía va desde la dificultad de lectura a la barrera de compresión y aprendizaje (por tanto de desarrollo). No es una cuestión baladí. Si las futuras generaciones harán uso de instrumento de lectura electrónicos sería especialmente triste que les pusiésemos a disposición para su lectura textos que reproducen los mismos límites y errores de sus parientes impresos. Existen diferentes tipografías que pueden usarse, todas ellas basadas, a menos de errar, en la forma en que se equilibran los “pesos” de las diferentes letras (especialmente p, d, b,q) en modo de facilitar su identificación. Indico tres de ellas: Read Regular (hoy tiene el nombre de Zwijsen Dyslexiefont);Dyslexie, desarrollada por la Universidad de Twente; Open Dyslexic (gratuita y open source, y de esta dejo el enlace).

Todo estupendo hasta que no nos acercamos demasiado al muro de la realidad.

En el artículo en cuestión planteaba que los límites a los lectores de libros electrónicos representaban una seria cortapisa al desarrollo de todos los potenciales del ebook. Una vez más las limitaciones que los fabricantes de ereaders imponen con la proyectación y construcción de sus aparatos desvirtúan el crecimiento potencial del libro electrónico, sobre todo del formato ePUB, un formato abierto que reclama el estatuto de estándar de publicación del ebook.

Una solución técnica de socorro podría ser presentar estas tipografía embebidas en el texto, pero de este modo solo estaríamos parcheando la situación. La cuestión es esta, ¿por qué debemos contentarnos de aparatos cercenados en sus capacidades y libros electrónicos que dan menos de los podrían dar a los lectores en términos de calidad de lectura?

Los resultados de esta estrategia constructiva son dos, ninguno bueno: frena el desarrollo de una formato, el ePUB, que está ya ahora por debajo de sus potencialidades y de la capacidad de este de ofrecer a los lectores, incluidos los que tienen problemas de lectura, una experiencia más rica y plena en su afición favorita; frena el impulso al libro electrónico imponiendo medidas que de hecho tienden a dar al libro electrónico la misma dimensionalidad del libro impreso.

Ante esta situación me permito sugerir que editores, asociaciones de editores (y también el gremio, claro), desarrolladores, maquetadores, lectores y autores se sumen a un campaña en que se solicite a los constructores de ereaders (y a los distribuidores también en algunos casos) la inclusión de una serie de medidas que podrían empezar por:

  • inclusión tipografías alternativas a las que usan como estándar interno;
  • aceptación plena de CSS en la hoja de estilo y de HTML, especialmente en las etiquetas.

Desde esta página emplazo a darle forma a esta acción en los modos y maneras que parezcan oportunos, estoy plenamente disponible a dar mi máxima empeño en ello.

En mi opinión merece la pena perder algo de control para ganar lectores, a menos que el libro electrónico de hecho no le interese a nadie.

Y aprovecho este cierre para agradecer a Emiliano Molina su amable colaboración.

 

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