5 definiciones para una terminología clara


La reflexión que me ocupa estos días (es decir los momentos en que no estoy ocupado en otra cosa) tiene como objeto la claridad terminológica alrededor del mundo del libro electrónico. De hecho el panorama es algo turbio y se debe, a mi juicio, a factores como:

  • El uso de los mismos términos con acepciones radicalmente diferentes por parte de sujetos diferentes: por ejemplo ebook, en referencia al libro electrónico en si o al dispositivo lector;
  • la diferencia en la velocidad de desarrollo y comunicación de los distintos sujetos: muchos más rápido el de los fabricantes de dispositivos (más llamativo y tangible también), respecto a al velocidad de desarrollo y comunicación de
  • los editores y codificadores del libro electrónico;
  • la búsqueda de un mensaje simplificado que primaba cierto sentido evolucionista respecto (y en cierta medida de oposición y resistencia al cambio de lo viejo respecto) al nuevo y creaba una retórica de tradición versus innovación que implicaba también a los lectores.

Sin duda hay otros más. Yo me quedo con estos porque me parecen bastante significativos y fundamentalmente son los pilares sobre los que se han desarrollado los mensajes, la comunicación y la retórica en el sector editorial sobre el libro electrónico.

Naturalmente este universo cerrado se ha roto en la medida que se han desarrollado mensajes diferentes y se han diseminado mensajes más completos en los que se describía el libro electrónico como objeto intangible pero real, es decir sujeto a construcción. En otras palabras, todo lo anterior se ha quedado corto y superado al menos parcialmente. Y eso está bien porque la confusión nutre la falta de desarrollo y la desconfianza, terreno en que abunda el menosprecio por el libro (por el libro electrónico más aún) y florecen modelos excluyentes, limitados y limitadores.

Me parece por tanto que es imprescindible iniciar a dar definiciones claras y distintas que eviten la confusión y ayuden a la comprensión de qué pasa en el sector editorial, quien es qué, qué es que cosa y así hasta lo último.

Así pues he aquí algunas definiciones:

  1. Libro electrónico o ebook: es el libro fruto de un trabajo digital, de correcta codificación y con estructura semántica cuyo resultado es un libro accesible, sostenible, convertible y compatible.
  2. E-reader: es el dispositivo pensado para que podamos leer el libro electrónico o ebook, sin que esto indique que es el único dispositivo capaz de hacer este trabajo. También puede leerse el libro electrónico en tabletas, móviles inteligentes u ordenadores.
  3. Editorial tradicional: se entiende una editorial que trabaja con un flujo pre-digital y publica libros en cualquier formato.
  4. Editorial digital: es la que sigue un proceso de edición digital
  5. Edición digital: es un flujo de trabajo que lleva a la edición eficiente de un libro en un formato cualquiera, pero especialmente el electrónico.

Es cierto que cinco definiciones no pueden constituir por si solas toda la claridad que necesita el sector editorial, pero es un inicio necesario para evitar ambigüedades (queridas o menos). Espero poder ir, no yo solo que no soy tan pretencioso, seguir dando otras definiciones, pero lo que más espero es que se adopten (estas u otras que sean válidas) y se acabe deshaciendo la madeja del error para seguir el hilo de un edición correcta, clara y de la calidad.

7 comentarios en “5 definiciones para una terminología clara

  1. Me parece problemática la definición de «editorial tradicional» vs. «editorial digital». ¿Hay todavía editoriales que usen galeras y luego diagramen como recuerdo que se hacía antes de los programas de diagramación, con papel fotográfico que luego se transformaba en películas? Eso sería una editorial tradicional, y me parece que ya no queda ninguna pues los costos y el esfuerzo requerido son mucho más altos. El nudo de esta distinción es más bien el producto de esas editoriales y no el proceso, opino yo. Si me equivoco, me gustaría que me aclararan el punto…

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    • Estoy de acuerdo con que el proceso que describes no es ya muy usado. Sin embargo que eso suponga un flujo de trabajo digital es mucho suponer. Tampoco concuerdo con que sea el producto el factor discriminador. Muchas son las que ofrecen ebooks cuyo origen no es un flujo digital sino una conversión ex post.

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      • Bueno, parece que no me hice entender. La verdad, no me queda claro a qué te refieres con un «flujo digital». En sentido estricto, el que yo, como traductora, mande un archivo de Word a la editorial para la cual trabajo, que es luego diagramado o maquetado también con un software de diseño, con fuentes de uso computacional (y no con tipos), con fotos o ilustraciones digitalizadas, que se revisa y corrige sobre el archivo (aunque a veces se saque una impresión para revisar en papel) aunque sea para producir un libro tradicional, de papel, me llevaría a pensar que esa y las demás editoriales con las que he trabajado desde finales de los 90 son digitales pues toda esa pre-producción es digital, o sea, se maneja a través de una computadora con procesos digitales y no de forma analógica. ¿A qué te refieres exactamente?

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      • Intentaré ser sintético. Lo que describes es un proceso que usa instrumentos digitales. Un flujo de trabajo digital es el que mediante instrumentos digitales de marcado realiza un trabajo que permite con un solo archivo elaborar cualquier formato: se eliminan procesos de conversión psd-ePub, por ejemplo, que producen errores y necesitan de ulterior trabajo. Por otro lado este flujo (fundamentalmente basado en xml) permite mantener un historial de las versiones p modificaciones, que pueden realizarse a distancia en modo síncrono o asíncrono. Espero haber aclarado un poco la cuestión.

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  2. Hola,
    Gracias por el esfuerzo de aclaración. He mantenido más de una charla con las mismas confusiones.
    Una obviedad es que son sinónimos los adjetivos digital y electrónico aunque cada uno se haya adherido más a unos sustantivos que a otros.
    La distinción ebook=Libro electrónico y ereader=lector de libros electrónicos sería deseable que se extendiera entre el público en general.
    Sin embargo, editorial digital y editorial tradicional es una distinción para profesionales y creo que circunstancial porque, aunque hoy parezca algo lejano, el flujo de trabajo en xml será habitual en unos años.
    Una pregunta: ¿podemos llamar ebook al mismo contenido publicado en una página web?

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