Lo que supone el fixed layout


Tras la publicación por parte del BISG del manual sobre el fixed layout para ebooks (¡cuánto anglicismo!) ha habido algo de revuelo. En parte porque no se entendió bien el alcance del manual, en parte porque se atribuyen a esta plantilla atributos excesivos. En mi opinión es una plantilla que en buena medida habría que evitar.

La cuestión, sin embargo, ha tenido como efecto que me pusiese a reflexionar sobre ello y esto es lo que, quizá en modo algo desordenado y personal, he ido barruntando.

En primer lugar la plantilla fixed layout representa y representó el modo más próximo de “representación” del libro impreso en el formato digital. La imitación del aspecto (de las características físicas de la distribución y presentación del texto impreso en papel) contribuía, en línea de principio, a mitigar la desorientación y repulsa por parte del lector tradicional ante el formato digital. Así pues era el formato digital más próximo, aunque no el menos problemático. Su rigidez estructural se adaptaba mal (lo sigue haciendo hoy desde mi punto de vista) a un entorno mucho más fluido y merma las potencialidades del libro electrónico. Lo que se presentaba como un modelo de salvación ha terminado por mutilar el libro electrónico.

La publicación del BISG del manual confirma que el fixed layout está lejos de ser abandonado.

¿Por qué? ¿Qué determina esta vigencia? ¿Qué papel juega cada uno de los implicados, o sea editores y lectores, en está pervivencia?

Son estas preguntas terreno fértil para las hipótesis más variadas. Yo voy a dar la mía, como no podía ser de otra manera.

Empiezo por el editor. Temo que estamos ante un caso de presunción: al lector le costará menos leer el formato electrónico de un libro se semeja a un libro impreso. Un presunción por temor a la equivocación, por temor de perder ventas. Desgraciadamente es imposible saber si esta es una decisión justa o si al contrario ha sido perjudicial.

El lector ha crecido con un formato, el del libro impreso, en el que la tradición, es decir la práctica de la edición y la impresión, ha plasmado una forma de transmisión del texto. Siempre es más fácil reconocer lo conocido que reconocer lo conocido que conocer lo desconocido, o bien otras formas.

Otra cuestión no secundaria es que un editor es también (o debería ser) un lector, en ese tira y afloja no siempre consciente entre lo profesional y lo personal las ideas se entremezclan y las percepciones sufren las influencias, en uno y otro sentido, de esa oscilación. Suele suceder que cuanto más se oscila más se desconfía del cuadro que se dibuja, lo cual termina, por lo general, con llevar a la decisión más conservadora de las posibles.

La historia, me parece, no está de acuerdo con esta visión. La forma de transmisión de lo oral a la tablilla, de la tablilla, al pergamino y al papiro, hasta llegar finalmente al libro como lo conocemos hoy han marcado formas distintas en que el lector ha sabido reconocerse y aprender, junto con editores e impresores, ha sacarle el mejor y mayor partido al formato.

Ante esta constatación el editor debe entender definitivamente que el libro electrónico no es una mera transposición del libro impreso y por lo tanto las dimensiones, estéticas, compositivas y funcionales no pueden ser las mismas; conocer los rudimentos del código subyacente al libro electrónico facilita, en mi opinión, tomar las decisiones acertadas, posibilita ver el producto resultante del trabajo en el modo más efectivo y correcto. Proponer al lector, cuya negación no tiene como eje principal ni secundario la fidelidad del libro electrónico a la apariencia de otro formato, otras formas redundará en favor de la edición electrónica, de su avance, desarrollando un acción propedéutica.

¿Y los autores?

A los autores compete también esta cuestión. Si el autor desea entrar en el ámbito digital con el pasaporte en regla debe empezar a idear sus obras en este formato, a imaginar que no pueden ser solo lo que se imprime. Esto atañe no solo a la forma de presentación sino también a la estructura del relato.

El fixed layout tiene vida por delante solo en la medida en que no nos atrevamos a editar el presente pensando que será el futuro. De no ser así estamos malogrando una oportunidad.

 

PS: como siempre estaré encantado de conversar con vosotros y de reconocer que me equivoco si lo he hecho.

3 comentarios en “Lo que supone el fixed layout

  1. Yo, que hago de estas cosas (ePubs, de todo tipo) para ganarme la vida (disclaimer), digo y sostengo que no tiene ninguna ventaja sobre el PDF, ninguna. Y el PDF también es un formato estándar.

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    • Yo creo que los epub3 de maquetación fija sí son un gran invento. Por dos motivos principales: se puede utilizar gráficos SVG y se puede animar con JavaScript (y con CSS3, claro).

      A mí me parece un formato muy operativo, que tiene su lugar en la edición de contenidos (sin tener que desbancar a otros formatos necesariamente) y, bien planificado, puede ser más económico que otras propuestas digitales y conseguir una edición muy visual.

      Otra gran ventaja que comparte con otros formatos (como el pdf) es que, quien lo lea, no tiene por qué instalarse nada. Bueno, sí debe tener la aplicación o dispositivo que le permita leer, pero no para un solo archivo (como sucedería con una app), sino para todos los archivos de ese tipo.

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